El Casino de Salamanca ha acogido la presentación anual de los vinos de la D.O. Sierra de Salamanca, un acto en el que se ha celebrado la buena salud de unos vinos que los expertos no dudan en calificar con las mejores puntuaciones.
Como cada año, esta Denominación de Origen ha organizado un acto que permite conocer a profesionales e interesados en el mundo del vino las últimas añadas y los nuevos proyectos de esta zona vinícola cuya fama dentro y fuera de España la ubica, a día de hoy, entre las mejores.
A pesar de su juventud, la D.O. Sierra de Salamanca es una de las indicaciones geográficas con mayor potencial, como demuestran sus reconocimientos: la última edición de la Guía Peñín le atribuyó una puntuación media de 90,5, solo superada en España por la de Jerez. Además, The Wine Advocate, la prestigiosa publicación dirigida por Robert Parker, no ha dudado en calificar a la Sierra de Salamanca, por segundo año consecutivo, como la D.O. más emergente en España.
Dos características significativas de los vinos de la D.O.P. Sierra de Salamanca son el potencial de sus variedades, sobre todo de la uva rufete, y su aclimatación a la orografía de la zona mediante bancales. Esto último, si bien impide el uso de maquinaria y el aumento de la producción, contribuye por otra parte a la sostenibilidad de un espacio calificado como reserva de la biosfera por la UNESCO y “obliga” a que todos sus vinos se elaboren de forma natural, artesana. Un trabajo, como señalan desde la propia D.O., de viticultura heroica, en el que el esfuerzo de la recolección a mano y del cuidado constante de las viñas y del terreno obtiene sus frutos: vinos de calidad cada vez más aclamados.
En cuanto a su última añada, las altas temperaturas y la escasez de lluvia han favorecido una buena maduración, según los bodegueros, por lo que se espera que la de 2015 sea una buena cosecha. Además, si bien estas características han propiciado una menor producción, el crecimiento de las bodegas ha conducido a una cosecha mayor, por lo que, desde la D.O. Sierra de Salamanca, se espera llegar a una producción cercana a las 140.000 botellas.
Al acto asistió la consejera de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León, Milagros Marcos, quien señaló que “una de cada cuatro botellas de vino de calidad vendida en España es vino de calidad de Castilla y León”. Un indicativo de la buena salud que gozan los vinos de la D.O. Sierra de Salamanca, que “tiene presente y mucho futuro“, en palabras de la consejera, y, en general, los productos de calidad de la región.
Lo cierto es que, entre los vinos que se pudieron catar en el acto, encontramos auténticas estrellas. Algunas incipientes, como es el caso de Tragaldabas de Mandrágora Vinos, un vino con un gran potencial que cada año evoluciona más y mejor. Entre los “clásicos” de la Sierra de Salamanca, el Calixto Nieto de Bodegas Rochal, un crianza que sedujo a Robert Parker por méritos propios, como también lo hicieron los vinos de la bodega Cámbrico, que con sus 575 uvas y, sobre todo, con un monovarietal de uva calabrés, conquistaron un acto en el que los vinos de la Sierra de Salamanca aportaron su luz y su calidez a la fría noche salmantina.
Siglos de historia vinícola en la Sierra de Salamanca
A pesar de ser una D.O. relativamente joven, la historia vínicola de la Sierra de Salamanca se remonta a la época romana, cuando se empezaron a elaborar los primeros vinos en esta zona que comenzó su momento más álgido sobre el siglo XI y que ya en el siglo XVI era reconocida por la calidad de sus vinos. Esta calidad propició un florido negocio económico, con su mayor auge durante la crisis de la filoxera que, por las particularidades del terreno, no afectó mucho a la Sierra de Salamanca.
Sin embargo, el siglo XX trajo el declive a las bodegas de la zona que se concentraron hasta mediados de siglo en la producción a granel a través de bodegas cooperativas. Un negocio herido por la despoblación rural, que condujo al abandono de viñas y el cierre de bodegas. Por suerte no fue una herida de muerte y el empeño de un grupo de viticultores, con nuevas ideas y nuevos modelos de producción condujo a lo que hoy conocemos como D.O. Sierra de Salamanca.
Una Denominación de Origen amplia, ya que abarca a cerca de 30 municipios repartidos por una orografía tan complicada como llena de belleza y singularidad. No en vano, parte de la D.O. Sierra de Salamanca se asienta dentro del Parque Natural de Las Batuecas y en la Reserva de la Biosfera de las sierras de Béjar y Francia. De hecho, la conservación del medio ambiente es también una de las prioridades de los bodegueros de la región, con cuyo esfuerzo se están recuperando las variedades de uva que corrían riesgo de desaparecr. Las uvas tradicionales de la Sierra de Salamanca son la rufete, probablemente la más significativa por su singularidad, la aragonés y la calabrés (respectivamente, clones de tempranillo y garnacha adaptados a la Sierra de Salamanca)..
Todas ellas proceden de viñedos muy antiguos en los que se pueden encontrar fácilmente cepas de más de 50 años. Este hecho junto con la altitud (las cepas más bajas estarán como mínimo a 400 metros, mientras que las situadas más altas pueden llegar a los 1.000 metros) son algunas de las características que contribuyen a que los vinos de la DO Sierra de Salamanca se estén labrando un hueco en el panorama enológico nacional e internacional.
Cámbrico (Villanueva del Conde), Vinos La Zorra (Mogarraz), Bodegas Valdeáguila (Garcibuey) o Bodegas Rochal (Santibáñez de la Sierra) son algunas de las bodegas que producen vinos de la DO Sierra de Salamanca, una zona con pasado y, a la vista está, mucho futuro.
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